En cada rincón,
en todas las sombras,
en una sonrisa,
en el llanto amargo,
en la calidez de un simple abrazo.
También en el cielo,
en los cervatillos,
en un funeral,
en la luz lunar,
en tierra o en mar
te busco, te anhelo
como ese rumbo
que ni el propio norte me puede indicar.
Y de pronto vuelves...
Me inundas,
me atrapas,
me llenas el ánima.
Y vuelvo a escribir...
Tal vez sin sentido,
desnudando el alma
desgarrando entrañas,
tal vez entregando
mi esencia, mi vida,
mi historia, su historia,
la historia de todos
hasta quedar sola
tan sola y tan calma,
que empiezo a sentir
que la muerte llama.
Y corro a sus brazos,
su aliento helado
congela sentidos,
el entendimiento,
memoria, conciencia
y tiemblo
con dulce esperanza
de no sentir nada.
Entonces,
regresas tan fuerte
que sólo tú y mi conciencia
me dicen a gritos
que aún no estoy muerta.
Que tome la pluma
que tú estas conmigo,
que no estoy tan sola,
que quedan palabras,
que quedan historias.
Que tal vez mañana
al fin me abandones,
pero el día de hoy,
musa inspiradora,
aún das calor y color
a las letras
que siembro en el yermo
de las páginas blancas
que hoy,
son mi historia.