Bien, amigo,
Hemos llegado al final del recorrido.
Despidámonos aquí,
sin lágrimas ni dramas.
Siento no poder decir
las habituales palabras
\"fue bonito mientras duró\".
Que Dios nos perdone el daño que nos hicimos
los dos sin querer,
tú por tus celos,
yo por no dejarme someter.
Tú por creer que eras plato de segunda mesa,
y yo por sentirme de tu amor presa,
cárcel sin reja,
pero cárcel al fin.
Sin embargo, diré en nuestro favor
que hubo momentos más que buenos,
únicos.
Dudo que nadie haya vivido
lo que nuestros corazones y nuestras pieles han sentido.
Y es que el cuerpo es más sabio que el cerebro
y sabe más de amar,
y ama más,
y mejor.
Nos faltó valor, o arrestos,
para acabar desde el primer instante con esto,
para apagar la primera chispa.
Pero es que lo nuestro,
más allá de un fogonazo era un incendio.
Ahora se hace difícil poner la mirada
en cuaquier cosa presente
sin que me devuelva una lava
ardiendo de recuerdos.
Demasiado tiempo,
ha sido demasiado tiempo...
demasiado para olvidar ahora,
para poder recordar sin que duela,
demasiado para ver con suficiente frialdad
todas las flores quemadas
por la erupción del volcán.
Quiero preservar, sin embargo, los rescoldos,
envolverlos en paja y piel curtida
como guardaron el fuego nuestros ancestros,
para que en los días fríos sienta el calor
y recuerde con dulzura
que existió el amor hasta la locura...
¿Existe, amigo, el amor que dura?
¿ese amor que llaman eterno y seguro?
Quizá llegue un futuro
en que ambos salgamos de dudas