Te busqué con locura,
con ternura..., con fe.
Te busqué sin descanso
entre los segundos perdidos del tiempo,
allá por los valles oscuros de la desesperación
por los abismos de la soledad.
Entre océanos de tristeza
y páramos de silencio
te busqué sin cesar.
Y... una tarde te encontré
y... una noche te perdí
y hoy, hoy que la luna no brilla más,
hoy que la noche ha llegado a nosotros
y se ha llevado consigo todo ese querer infinito
le agradezco al cielo haberte sentido,
agradezco al universo el privilegio
de sentir tu alma entre mis sueños.
Y brindo, brindo por esas mañanas de júbilo y de amor
por esas tardes de conversaciones y café.
Brindo por los ocasos en aquel muelle solitario,
por esas lágrimas del cielo y del alma,
brindo por esas noches de sábanas y almohadas.
Brindo por nosotros..., por lo que fuimos
y por lo que nunca más... podremos ser.