Yo, para ella, era un desconocido,
y ella para mí, una joven en un nido.
En el bosque me pilló con mi aullido
solitario y ella contestó con su silbido.
Yo, aunque mayor, ya herido
por un amor hundido,
ella me entregó su amor nacido:
y me enamoré de ella, incluso bebido.
Todo era color de rosa sin haberlo querido,
ella, en el nido, era un libro no leído:
¡bellísima!,¡tierna! y yo su bandido...
¡ay! ¡ay! ¡ay! casi su marido.
...me caí de la cama...y aturdido...
¡¡fue un sueño...y todo perdido!!