Urticaria.
La cabeza me pesa, parece que le han puesto candado, los ojos a punto de explotar presionados por dedos que no son míos.
Sombras y borrosidades, todos son todo y me estorban.
Entre esquinas y aristas me contengo, me escondo, me acomodo.
En mi cuero cabelludo siento una fuertísima urticaria, me rasco placenteramente lleno de ansiedad y la comezón mitigo.
No así el dolor de escalpar mi propio cráneo y que las ideas y los recuerdos no se queden en mis uñas enterrados.