Un altar en el alma te construyo
adorada y sufrida patria mía,
Tu desbordas la luz de valentía
por tener de justicia el gran arrullo.
Los brillantes destellos del cocuyo
acompañan los cantos de hidalguía,
de tus hijos que lucen día a día
el pendón de su casta, con orgullo.
Te mantienen los halos consagrada,
de la hermosa y preciada dignidad,
y semejan torrentes de cascada
esos gritos de gran fraternidad;
y los lagos de sangre derramada
son tus mares de amor y libertad!!
Autor: Aníbal Rodríguez.