Tú, la inspiración misma
reflejándose en el espejo de mi alma;
tu voz me llama, me susurra
y yo no escucho,
sumergido en el lago de los lamentos.
Tu huyes de mi,
intento de rogarme por ti,
de rodillas, implorando sanar tu alma,
ser de ti y tú de mi.
Pero todo incita a la muerte,
todo nubla un juicio de razón,
y caigo en abismos interminables de lujuria lúgubre,
esperándote, añorandote;
pócima envenenada de media noche,
no te di nada,
mas un cariño absurdo inquebrantable tuviste
y desconfiaste,
quise esperar pero era en vano.
Por la cobardía me cambiaste,
dolor en vez de amor,
crueldad en vez de entender,
jugar en vez de afrontar.
Y esperé,
y perdí,
y los tragos amargos de la pócima
terminan siendo el veneno mas dulce.
A n g e l a C a v a l c a n t i