alejandro fozar

LXII.

Algo partió ayer,

se fue de mi.

En su silencio de ave dormida

quito sus velcros,

sus ligaduras y agitó un inválido adiós.

Vi desde el vano su huida.

Era mi semejante, su espalda

y su marcha eran las mias,

grite! golpee los cristales.

No volvió la vista.

¿Me quedaré esperando su regreso?...

Nada me responde,

solo la pregunta se repite

como un eco infame,

como los años se repetiran impunes.

Con mi vista fija en el camino.