Para cuándo dieron las tres de la tarde ya estaba besandote.
Claro, podría escribirte la historia de como llegue a tus labios pero sabemos que es un cuento decepcionante.
Mi verdadera historia, como tu tes, nace en la nebulosa de tu piel.
Desde hace años no dejaba de preguntarme.
¿Cuantas constelaciones tienes escondidas entre las pecas que te envuelven?
Recuerdo haber pasado la noche entera contando galaxias infinitas de la punta de tu nariz hasta ahogarme en el mar de tus muslos mediterráneos, y poder sentir claramente como la relatividad se me hacía agua entre los dedos.
Hay universos tan breves en cada uno de tus suspiros.
Quizá en alguno de ellos este cuento sea realidad.