Yamel Murillo

PERFECTO

Tienes el nombre perfecto. Eres perfecto. Tus manos poseen fuerza,

fuerza que invita al deseo de ser tocada por ellas.

Firmes, tensas a puños cerrados entre brazos cruzados;

arduas, vitales; dominantes de la debilidad de los míos...

Mis rodillas flaquean ante tu postura lejana y maldigo mi insubordinada cobardía.

Te escribo líneas blancas entre muslos, sin dedicatorias expresas; con tu nombre cerrado al calce, sobrio e inquietante pero abiertos al temor de descubrirte por entero a mi merced dentro de mis besos.


Al llegar el turno de tomar el trono,

lanzas a mí tu pan como a espectadora de la Roma de tu circo.

Apenas esconde la túnica de mi hambre el pezón erguido despierto en mi suspiro.

En el comedimento,
a la zafiedad 
le apetece la extrañeza 
de dos pieles que se inhalan,
con premura y sin olvido...




Yamel Murillo


Confesionario II
Caleidoscopio©
D.R. 2015