Oh mujer, no te conocía,
pero ya te amaba.
Vientos de amores respiraba mi alma,
aquella tarde de verano,
los ruiseñores cantaban.
Yo conocí una rosa blanca,
con su sonrisa y dulzura yo me enamoraba,
de una muchachita de tierra noble soriana.
A la que yo tanto quise,
y ahora la llevo en el alma.