miguelpuig

relacion

Hablaban los corazones.

Se abrazaban los cuerpos.

La mente se quedaba a un lado y,

en silencio, era testigo del encuentro.

Cada gesto era un latido.

Una raiz que abrazaba la tierra.

Y daba fruto, del mismo se alimentaban.

Esa comunión de dos almas.

Danza invisible que baila la carne.