Pensando en lo triste que puedes estar quise escribirte como el gran compañero de los días fatales; en los que la monotonía y el cansancio acabaron con el gran paraíso de sueños en el que aún vives. Te miro dejarlo todo y marcharte hacia la lejanía del olvido, y tú me miras tratando de encontrar aún la solución a la existencia. En el aire se percibe el pesado acre del tiempo pasado, del trabajo realizado, del olvido a través del tiempo, y tú me vuelves a mirar y ahora con más énfasis tu mirada pregunta: ¿Porqué y para que seguir?
De pronto un agente del ser Superior percibe nuestras voces de tristeza, medita sobre nuestro coloquial mirar y, determina darnos una nueva pista hacia el camino de la verdad; en frenesí nos volvemos a mirar como si el hálito primero se nos hubiera sido concedido otra vez. Ahora que sabemos que mientras podamos especular las complejas alegorías de la existencia y que solo el tiempo es la gran aduana de nuestros propósitos, de nuestros éxitos, de lo que alguna vez quisimos o queremos ser, entonces solo ahora en el presente podemos ser, solo ahora podemos darle existencia a ese ser.
Desde el olvido para siempre...Adiós