El tiempo no se detiene, las lagrimas recorren el dolor que se refleja en esta mirada perdida.
Una espera creciente, en un horizonte dividido entre recuerdos en los espacios vividos, el miedo dando paso a la noche y la espera se invisibiliza. La esperanza brilla en cada despertar tocando la inocencia de este amor fuerte, debil, blanco y negro.
La espera doliente
Sobre muros oscuros bajo la lluvia, navegando la sonrisa de ese amor
que los divide el futuro desconocido.
maria alejandra. RT