Reducto de los recuerdos.
Cristalino manantial.
Empañándose después,
en el inflexible tiempo.
Retazos de realidad,
envueltos en el misterio.
Pasado que se diluye.
Como azúcar en el agua,
endulzando su contexto.
Volutas de pensamiento.
Que tamizadas se quedan,
al devenir del recuerdo.
Lejos queda la ignorancia.
La frescura de lo nuevo.
La sencillez de lo auténtico.
Que lentamente confluye,
en el centro de los hechos.
Apela al conocimiento.
Con los sentidos abiertos.
En carne viva la vida,
flagelándose por dentro.
Enquistándose el dolor.
Como una ostra encerrada,
dentro de su propio encierro.
Una sonrisa fingida.
En realidad vale menos.
Que locuaces exabruptos,
expresados por un necio.
Con los labios apretados,
no se sonríe por dentro.
Verso que invade el espacio,
que va dejando lo muerto.
Llenando de corazón,
sus livianos esqueletos.
Como la miel las abejas.
Como el néctar que recogen,
en sus atrevidos vuelos.
Endulzando la ponzoña,
de los nefastos recuerdos.
Lejos quedan los recuerdos.
Pero presente el amor,
cuando se lleva por dentro.
A. L.
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