En prosa breve 86
Por Alberto JIMÉNEZ URE
«El mendigo al cual sistemáticamente das mendrugos anhelará que, en el curso del tiempo, se inviertan los destinos de ambos y sea él quien te provea mirándote lastimoso cuando extiendas tu [mano] súplica. Si pasas frente a él ignorándolo tampoco estarás salvo de su oculta inquina que a la tuya idéntica. Entre afortunado y miserable nunca cesará la contienda para abolir la desigualdad que siempre de tragedias personales o colectivas procede»