Hay nombres tan grandes,
tan vastos,
tan anchos que son como cuerpos,
cuerpos pesados que arrastramos dentro.
No estamos hechos solo de órganos
estamos hechos de nombres que no se terminan,
nombres de ojos vivos,
nombres que se alojan entre los dedos,
pasean por las entrañas,
saltan de un pulmón a otro,
y se acomodan horizontalmente
en nuestras venas,
como soñando.
Oh nombres.
Nombres que nos usan
alegremente la sangre
y se hacen pájaro
al fondo de la garganta.
Tal vez no son los huesos
quienes me sostienen
-como yo creía-
si no los nombres,
si no tu nombre,
ese diosdemonio
entre todos los nombres.