Voy a levantar un imperio el tiempo que dure este abrazo,
las murallas serán tus brazos,
y tus dedos las puertas, aunque no vamos a necesitarlas,
acá nadie más entra,
no hay espacio.
Va a haber lagunas en los fosos de tus clavículas.
Tu lengua será un puente o un río
depende de con quien se encuentre,
mi lengua, o tus dientes.
Tu respiración en mi pecho va a ser el viento, la ventisca, la tormenta, el tornado, la calma y la fuente de vida.
Mi respiración en tu pelo va a ser lluvia acida desahogada,
pero a vos el veneno no te afecta nada.
Mis ojos verde semilla van a plantarse en tus ojos marrón suelo fértil
y van a levantar un rosedal sobre esta tierra árida y llena de vida.
Va a haber hamacas
a mi me marean pero este también es tu reino al fin y al cabo,
voy a ponerlas en el bailoteo que hace tu pelo en el viento de febrero.
Puede que también haya un tobogán en tu cuello,
pero bajar aquello,
todos sabemos que es arriesgado.
Mis hombros van a ser miradores de lujo,
desde ahí va a poder apreciarse de norte a sur, de cabeza a pies,
la otra mitad del reino,
la mitad llena de luz.
Ya que, entre tus dos mejillas,
esas dos montañas,
habrá una sonrisa.
Un valle con 28 faroles blancos,
luz de orilla del río.
Fuente de luz del mundo,
Fuente de luz de mi mundo.
Voy a levantar nuestro imperio el tiempo que dure este abrazo,
porque sé que ambos viviríamos ese momento de por vida.
Voy a levantar un imperio,
un imperio destinado a la destrucción,
a su desaparición,
a arder, ¡que arda!, que ardamos,
a su reducción a cenizas,
cada vez que tu gravedad y mi gravedad,
tu polo y mi polo,
se separen.
Para levantar otro imperio en otro momento, en otro lugar,
o para que nuestras manos levanten una aldea,
nuestras bocas un océano,
o nuestra ausencia,
un espejismo,
un oasis,
pero nunca un desierto.
Nunca más faltará vida, luz, ni amor.