(I)
No renunciéis a vuestros sueños...
por insignificantes que éstos sean,
más vale la más sencilla
de las mariposas...
que la más anodina de las orugas.
(II)
La tarde se vierte de espino
huida de boca y de bruma,
envuelta en santo pecado...
se anuda de beso y espuma,
la noche se enviste caduca
en labio mezquino
y pautado...
se labra de casta pureza
en verso desnudo y callado.