Han dado ya las siete de la mañana.
En este periodo entre despertar y el sufrir de cada día
cuando el aroma a vida mojada te llama
y miras las calles vacías a través de la ventana entreabierta.
Te pregunto si quieres que un poco de café.
No respondes.
Vuelvo a mirar por la ventana.
No había notado lo grande que este cuarto,
volvieron a cantar los relojes el tiempo;
hoy, como hace tanto que no recuerdo
el frío ha vuelto a mi cuerpo.
Te pregunto si es que en algún momento vas a regresar.
No respondes.
Ya no quiero mirar más por la ventana.