Con su mañanita y pan casero,
en el vano, las migas y sus gorriones,
veintinueve y treinta de febrero
no cerró por vacaciones.
Me coronó rey de la libertad
Montado en los filetes del corcel,
solideo de cartón, su santidad,
bendijo él carrusel.
Corren aún mis pies
descalzos por sus veranos,
siempre contó hasta diez
sin usar los dedos de la mano.
las cataratas de sus ojos
la artrosis, las raíces desteñidas,
la casa y sus despojos,
la vejez mal entendida.
Otra andaluza sin suerte
fregando ropa en agua fría,
siempre le fintó a la muerte,
siempre que amanecía...