Sollozos cóncavos
se estremecen en mis ojos
hacen brillante
el cuarzo infinito
que brota de mi agua
caen hilos de mis manos
cocidos a mis venas
fluyen navegantes
hasta el destino mortal
de un ahogado corazón
gotean ámbar
los órganos lánguidos
que se cercenan al paso
de los hilos prófugos
cuando el ímpetu
de ser libre me gana
no me basta
el agua salada
curando la superficie
cuando no hago más que
padecer de ti