Una anciana que camina
en el pueblo de los mangos.
En el mediodía, el sol
de lazos encandilados.
Con las frutas verdes verdes
va agachada por los años
y en su costal polvoriento
ella vende, vende mangos.
Los vecinos que le miran
en su caminar cansado,
los vecinos que le dicen:
viejita, no cargues tanto.
Con su voz, apenas voz
y los ojos y sus manos;
ella vende, vende fruta,
la fruta que da su rancho.
Si yo, caminar dejara,
el transitar de mis pasos;
es el hijo de mi hija,
es el niño de mis brazos.
En la choza allá tan lejos,
tranquilito allá en el campo,
espera el niño sin madre,
espera un nieto el regazo.
Con las frutas verdes verdes
sigue ofertando sus mangos.
Con el costal polvoriento
ella vende y compra algo.
En el ocaso, en los árboles,
en el ocaso en el prado,
es el niño que se ríe
pues su abuelita ha llegado.
Abuelita demoraste
¿vendiste todos los mangos?
En la tarde gime el sol,
pues el sol se está ocultando.
Y si ríe el nietecito,
si se ríe sin espanto.
Una anciana que camina
en el pueblo de los mangos.
***
Nota: con mucho amor para una ancianita anónima que hace años me ofreció venderme mangos. Aprendí mucho de ella, ella conmigo se ha quedado.
Dondequiera que estés, estos versos en tus labios. Duerme si estás dormida, que en tu caminar ahora ando.
***
Edmundo Vélez Alcívar
Guayaquil - Ecuador
Derechos reservados del autor.
Pd: Pueden oír la declamación en el link de youtube.