Las Mujeres y las Matemáticas
son casi un sinónimo.
Muchos creen que comprenderlas
es internarse en las fauces
de complejos crucigramas
y ecuaciones irresolubles.
Otros Muchos piensan
que son una forma de refinada poesía
un poema que se escribe así mismo
con métrica, forma y cadencia.
Otros tantos aseguran que ambas
resguardan celosamente en sus sótanos
secretos que nunca serán revelados.
Hay también quien dice
que son un misterio
y quien se atreva a profundizar en ellas
puede encontrar
todas las respuestas del universo
o simplemente dejarán de hacerse preguntas.
Otros muchos
están convencidos
de que patrones constantes
florecen en sus tierras
y la simetría de sus caderas
concuerda con la de las parábolas.
Hay quienes afirman
que su encanto es un embrujo
y poseídos por su hechizo
aceptan como verdad absoluta
que un recorrido por sus bosques
con valor de por medio
desvanecerá toda ruta de escape.
Tantos otros dicen
que son geografías
fértiles en teoremas
donde fecunda la belleza
y solo allí
se posibilita alcanzar la inmortalidad.
Quizá lo único que diferencia
una de otra
es que las matemáticas
comunican verdades
y las mujeres son una verdad
que no necesita ser comunicada
a la cual
muchos llaman milagro.