Deja al hombre ser uno en sí mismo,
y verás cómo enloquece.
Deja las dagas reposando en el césped,
y verás como todo se destruye lentamente.
Porque jamás fuiste digno,
ni de posesión, ni de ruptura
Jamás fuiste digno de creer en sus sólidas estructuras de marfil.
O de perderte en las rarezas de su estrepitosa mente.
Porque los seres armoniosos con espinas entre los dedos.
son como prófugos de las cárceles universales.
No lo admires, no, él no ha hecho nada bueno.
Sólo es un fugitivo de sus propias carencias.