Mírate frente al espejo, buscando cada punto débil;
Intentando ser fuerte, contando cada herida de tu alma;
Fijándote en la profundidad del papel donde deseas introducir lo que callas.
Te arrodillas ante la majestuosidad del sufrimiento,
Ese con el que has recorrido miles de agujeros;
Aquel del que has aprendido que la vida no es siempre lo que esperas y te ha enseñado a luchar contra el ego.
Caes como una pluma en el vacío,
Sobre las rosas que ha creado tu mente para consolarte,
Dejando de lado tu pluma y rodando la tinta entre tus dedos cansados.
Imaginas cada rincón de lo incierto, lo incógnito;
Sientes el viento rozando cada partícula que te compone,
Escuchas hirientes los gritos de tu mente;
Te levantas de nuevo a ese bar que absorbe tus recuerdos.