Caminé sin parar
porque nadie
me ha de alcanzar.
Me inundé en mi mar,
navegué sin más.
Que me mate
lo que no sé qué aparecerá.
Me tropecé uno, dos, tres
y tantas veces más,
los recuerdo bien,
juventud que ha de pasar.
Volteé tantas veces,
solo mi sombra se detiene,
los postes de luz me entienden,
el camino sigue de frente.
Qué lástima me dan
los que hoy me verán,
tristeza se llevarán.