Si ya le permitieron a una amiga
enjaular a la indefensa y tierna luna,
entonces, por favor, que alguien me diga
¿por qué no puedo encadenar el sol a una
palmera de aquel lado del mundo?
Para poder retenerlo, y no aparezca
cuando menos uno lo desea,
para que cuando entre tus brazos amanezca
no se asome, curioso, en la azotea,
y se quede en algún confín lejano.
Quiero gozar tu cuerpo en claroscuro,
exprimir esos labios lujuriosos,
juguetear tu pecho firme y duro,
y que se fundan dos cuerpos sudorosos
y desciendan a un abismo profundo.
Que tu aliento y mi aliento se confundan,
que subyugada permanezcas en mis brazos,
que nuestros cuerpos en uno solo se fundan
hasta explotar de amor en mil pedazos
y gritar: ¡eres mía! ¡soy tuyo! muy ufano.
13/06/2010