Antonio Encinas Carranza

Hambre y miseria

He visto tanta miseria disimulada

de hombres, mujeres y niños

que sonríen ocultando su dolor

y duermen con la angustia a su lado

sin saber que le deparará el destino.

 

He visto la miseria en su mayor disimulo

 en los barrios encumbrados

de gentes que perdieron su fortuna

y no lo quieren aparentar.

Les interesa más el que dirán.

 

He visto el hambre caminar

por los pasillos de los mercados

buscando algo que llevar a la casa.

Una sola moneda no les alcanza

para alimentar a los suyos.


He visto el hambre caminando

como zombis vivientes

por las calles de mi ciudad

buscando entre los desechos

del vertedero algo que comer.

 

He visto el hambre en ancianos

enfermos de demencia 

sufriendo el abandono

y muriendo lentamente

en las calles de las ciudades.

 

He visto la miseria desmedida

en casa de cartón

cerca a un cerro de basura,

rodeados de roedores. 

y moscas a montones

 

He visto la miseria

en los pasillos de los hospitales

pidiendo una limosna

para comprar medicamentos

que le recetaron días atrás.

 

He visto la miseria humana

de pacientes que están solos

en los días de visita al hospital

y que nadie se acuerda de ellos.

 

He visto la miseria en los días de visita

a los penales de mi región, 

amontonados en pabellones malolientes

donde se muere mas rápido

que en las calles de la ciudad.

 

He sentido un golpe en la pierna

de algún mendigo pidiendo algo para comer

y de niños vendiendo golosinas

en alguna de las calles y avenidas

de esta fría ciudad.

 

He visto la miseria en los

pueblos alejados donde no hay

luz ni agua, ni servicios básicos

de salud y educación

y donde no cuentan las estadísticas.

 

He visto a los políticos 

solicitando los votos

en la miseria humana

y servirse de ellos

para obtener un puesto.


He visto la pobreza y la miseria

en su mayor dimensión

en este país donde los políticos 

solo se preocupan de construir 

pistas y represas.


He visto tanta miseria

 que la lista la tengo que cortar

por ser tan largo 

el abandono social 

que solo Dios sabe cuando acabará.


Antonio Encinas Carranza

D. R.