Luces primorosa, airosa, oh luna bella
suspendida posas en el firmamento bruno,
tan serena, majestuosa astro como ninguno
tu magnificencia en mí, un recuerdo destella
como cascada plateada, bañas la rivera,
cubre tu esencia los jazmines de primavera;
guardas en tu baúl aquellas eternas promesas
que forjaron dos almas que tanto se amaron,
gemas cristalinas en ti, ellas anidaron
reflejando el misticismo de un amor, sus proezas
fulgor, aura radiante, albura inexplicable
fruto del árbol eterno, aroma intocable.
Tú, que has visto nacer el dolor, crueles condenas
amores que se difuminan, pesadas cadenas,
asfixiando al pobre corazón en duras penas
recorriendo la melancolía en todas tus venas;
siembras candor en las pupilas de los amantes,
deseos prohibidos, pasiones y cuerpos errantes,
lujuria… Sabor que embriaga todos los sentidos,
ofrenda… Cuerpos sudorosos yacen perdidos,
licor dulce fermentado, un purpúreo vino
racimos de dalias recubiertas de espino.
Para algunos eres señal bendita bonanza
para otros, sepulcro ocre de la vieja añoranza,
paloma mensajera de amor para quien ama
del que sufre desamor, flamígera llama.