Lentamente,
sobre nosotros,
el mundo se estremece
entero.
Entre besos,
que abandonando los labios,
ruedan por la piel
en tenues espasmos,
mientras tu cuerpo,
se moviliza
bajo mis manos.
El tiempo baja los latidos
al sol;
cierra los ojos,
y nos dice
una canción de playas.
Todo se une
en el pequeño espacio
de la cama:
el oxígeno,
la luz,
la voz,
el mar,
las miradas.
Volamos despacio
camino a renacer,
rumbo al segundo
exacto,
en que nos
incendiamos.
Eduardo A. Bello Martínez
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