DESPRECIO.
En mi obcecación vana,
le clamaba una caricia,
al menos una mirada
o tan solo una sonrisa.
Más ella displicente,
mostraba altanería,
por ese amor ferviente,
con que mi alma la quería.
Y al influjo del desprecio,
que al alma tanto hería,
Entre más desprecio había.
Tanto más yo la quería.
¡ Qué amor tan necio!
Y contra sentido y razón,
la amé con su desplante,
pues enamorado el corazón.
¿Qué puede hacer el amante?
Y fue mía sin que quisiera,
aunque su amor no me diera.
Porque ya mi vida entera…
De ella era. Sin que la pidiera.
Autor: Víctor A. Arana
(VÍCTOR SANTA ROSA)
Julio 1 del 2018.