Tu cuerpo despojado
y tus labios con un tenue temblor.
Baúles de tu espíritu
descolorido
y lleno de espinas.
En tu rostro,
los surcos de las lágrimas gélidas
de tu llanto incoloro...
Vida;
ave suave y audaz
que surca el firmamento;
rocío de añil madrugada...
Brotan y escucho y leo
de mi alma herida,
pensares negros,
esculpidos en dura roca,
escritos con la tinta
lascerante y púrpura
de los oscuros recuerdos
compartidos...
Piso el suelo
de tierra reseca
de tu Amor desquiciado,
que no se condensará,
nunca jamás.