Amoniaco es lo único que tomo
después de aquella noche sobria,
en donde una brecha de amor lucido
acaricia y acompaña nuestro deseo.
No me arrepiento,
el barullo no produce miedo,
sigo en la búsqueda con intensión de conquista
de aquellos labios con sabor y suave tacto,
recordándome la crema batida de aquel café
que tome a tu lado.
Es increíble como estoy creyendo,
imaginando, pensado y soñando
repetidamente de tener tus labios,
pero mientras el horizonte este inmóvil,
no sedo al fracaso, de una vez más,
probarlos a tu lado.