En el ojo tengo una paja de ampolla
del meneo más misionero,
que no es querer tocar tu trasero,
porque no me sale de la cebolla.
El tubo en cuestión y por razones
desconocidas con su boca de chupete,
la tengo bien metida en mi ojete:
¡a la vista de todos los mirones!
En este paisaje bello y lozano,
la llave de agua del grifo baja
a tu rincón tarde o temprano.
Desnudos en el canuto de mi navaja,
nos introducimos con orina de pagano
a mi manta blanca que escupe y relaja.