Detrás de la puerta cuelgo tus abrigos,
Posiblemente regreses por el frío ,
O tal vez por las llaves de tu carro,
Quizá para alimentar al perro,
ya que siempre olvido llenar su plato vez por día.
Puede que estés tras la puerta
esperando indicios de desvaríos
Para confirmar que sin ti me muero
Que sin ti no respiro, no vivo.
Tal vez te encuentres a kilómetros de aquí,
Extrañando casa, pensando en dar retorno,
Mordiéndote el labio inferior,
Como reprimiendo impulsos,
Como negando lo indiscutible.
El café se había enfriado,
seguías sin tocar a la puerta.
Quizá el aroma de recién tostado te atraería
Quizá tus ancias de ponerle azúcar a ambas tazas podía más que tu orgullo.
Ibas a regresar, en algún momento de mi vida.
Nunca te llevaste tus camisas,
Dejaste tus cigarros, el coñac,
Me dejaste a mi.
Creyendo que podías desaparecer
Que todo estaría bien en la mañana,
Que tu lado de la cama no te lloraría,
Que el aroma de tu piel no se me desprendería,
Que los vecinos no preguntarían por que,
Que tu madre no me lo reprocharía,
Que nuestros hijos que nunca tuvimos
Esperarían jugando en los anillos de saturno.
Era variablemente seguro tu regreso,
En invierno pisarias el pórtico
con la esperanza de que la puerta se abriera,
pensando en tus sábanas y un chocolate,
de una noche tibia y besos en fuga,
Era seguro que regresarías a casa,
También era seguro que yo ya no estaría,
que mis ganas las dejaría colgadas en la puerta,
Que el perro tendría comida
Suficiente para todo un invierno,
Que la cama ya habría llorado suficiente,
Que los vecinos no te reconocerían,
Que tu madre te daría cobijo,
Que nuestros hijos solo serían míos.
Seguramente el invierno te arrastraría
vuelta a tu hogar,
Mismo que ya no era tuyo
Ni mio,
Menos nuestro.
Me buscarías hasta por debajo de la mesa
Y Para eso ya habré emigrado,
En busca de nuevos versos de melancolía para recitar.