El aire naciendo contigo,
pegado a la piel
y sus colores nuevos,
silencio de verde y de aves,
que esperan un gesto
de tu cuerpo
para romperse en sonidos.
Suspendidos en las flores,
los ultimos brillos de rocío
prestan su transparencia al sol,
que se reparte en arcoiris
sobre las ventanas.
Yo espero
el despertar matutino
de tus labios,
su curva bienvenida
de sonrisas,
animados y sedientos.
Hasta que te enciendes
de un ritmo repentino,
y en los ojos,
sobrevuela la proyección
de un beso.
Eduardo A. Bello Martínez
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