Jardín del deseo,
voluptuosidad
rayana en la locura;
y el dibujo trazado a mano alzada,
en las espigas de trigo
de tu cuerpo.
Visto la desnudez
de tu piel de magnolia,
con la punta de mis dedos.
Tus ojos están serenos,
confiados,
en la penumbra del cuarto.
Mientras, exploro
suavemente
tu rosado nido,
siento el soplo del viento
del Deseo.
Mientras,
exhalas
tu dulce aliento
en gemidos,
y despiertas
de tu valle surcado de
Sueños.