Un peón acaba de enlistarse al tablero
y alineado a la jurisdicción de un cuadrado
pretende marchar en búsqueda de su promoción.
En su avance
cada casilla y cada pieza le ofrecen a su mesa;
un banquete contra la ceguedad.
Los vientos no vienen solos
se acompañan de dardos
no hay ruta fácil en la conquista de la madera.
La restricción suele imputarse
a sus convicciones más arraigadas
pues de baches y maniobras obscuras
se entretejen los hilados de esta comarca.
Hacerlo solo
resulta dificil
y preservar al conjuro contra la superficialidad
aún más.
Para crear plataformas
se establecen alianzas
aunque a veces se rompan las fibras más íntimas.
Los trampolines anuncian
la inminente llegada al otro lado
una catapulta
permite el abordaje a la última fila
donde yace el poder absoluto.
Cuando el peón ya es coronado
la cuadricula se mira desde otro punto
el poder se sirve en un plato
para hacerlo todo
o para hacer nada
también es efímero.
No basta con llegar
sino hacer que la mirada
no olvide encausarse
por cielo, mar y tierra.