Sami Härkönen

Poesie D\'Amour III

Poco a poco en plena oscuridad,
nos quedamos desnudos
entre edredones de pecados y maldad;
solo un nudo de éxtasis en la garganta
provocamos entre los dos.
Íntimamente,
te desnudo, con las velas tenues iluminando;
la ropa cae de tus hombros,
el espejo de las paredes nos reflejan en el acto,
dos espectros fundiéndose en uno,
acribillándonos,
asesinándonos entre besos y versos,
queriendo y deseando estar
entrelazados como la hiedra.
En nuestros labios,
incendios de luces rojas
arden en amor puro e inocente,
fogatas de piel
queman al roce de tu cuerpo;
y sin embargo eso no importa,
porque el éxtasis está en nuestras miradas,
infinitas chispas en constelaciones
de nuestro amor,
en nuestros cuerpos,
y no habrá hechos ni odios que borren eso.
Porque desnudo frente a ti estoy,
porque transparente mi alma doy,
porque contigo todo lo soy;
todo lo entrego a cambio de tus besos
sabor a timidez y cielo.
Ardo en deseos por ti,
poseerte mientras tu entregas todo,
mientras sueño que la noche jamás acabará,
que las velas durarán unas horas mas,
mi leal y traidora amante de inspiración.
Solo deseo quedarme desnudo a tu lado,
tocando con privilegio esa piel tallada por ángeles,
besando tus labios a gritos desesperados,
dibujando tu silueta en medio de aullidos nocturnos,
amando en pasión a un corazón
que brilla en mi oscuridad como una diadema de diamantes;
Amado pétalo de oniria,
desnudos en uno solo nos encontramos,
la insomnia nos vuelve débiles,
murmurando frases de amor interminables,
mientras nuestras almas ladran deseos incontrolables;
como cantos de ninfas,
hechizando a un fauno con la utopía de tus palabras.

Y te duermes a mi lado
mientras la luz tenue de las velas se consumen,
y solo me queda susurrarte mientras te hacías la dormida
lo mucho que mi alma añora ser de ti,
volar en esperanza clamando por tus rasgos,
bebiendo de tus manantiales de cristal;
amor que suda pétalos de flores,
amor que enloquece por palabras dentro de una jaula,
somos la diéresis de un adjetivo perfecto,
somos mas que dos cuerpos fundidos,
somos tal para cual,
así de simple como la palabra que nos desnuda.

 

A n g e l a  C a v a l c a n t i