alupego (Ángel L. Pérez)

DE PUNTILLAS CAMINANDO

 

Sangre que nutre la vida.
Como la savia a la planta,
colorea de verdor.
Como el agua, que oxigena,
la sangre del corazón.
Así el amor alimenta.
Así cierra las heridas,
que va dejando el dolor.

Sumergido en la ilusión,
de una vida sin fronteras.
Flota en nubes de algodón,
sin pensar en la derrota.
Ni en la pérdida remota,
de tan tremenda emoción.
No contempla que el cordón,
que une de esa manera.
Se parta como se quiebran,
las notas de un saxofón.

Aire que alienta y empuja.
Un fuelle que aviva el fuego.
Molino que va moliendo,
con el viento que le impele.
Transformando en alimento,
el aire que le conmueve.
Aliento que le devora,
o a la vida le devuelve.
En ese atrevido juego,
entre la vida y la muerte.
Sonidos que el aire arropa,
cuando de la boca salen.

Semillas en el rincón.
Donde crecen las verdades.
Donde se siembran las ganas.
Donde se oculta el tesoro,
de las victorias ganadas.
Aunque a veces sean perdidas,
por falsamente cobradas.
En el rincón donde habitan,
libertades amputadas.
Donde nacen otras nuevas,
con más fuerza renovadas.

Sangre que nutre la vida,
bombeando las miradas.
Auténticos manantiales,
donde nadan las entrañas.
Purificando la esencia,
que de su interior emana.
Sollozos en el rincón,
que purifican el alma.
Adornados con sonrisas,
que refrescan y que calman.

Perdidos pero encontrados,
en el filo del que ama.
De puntillas caminando,
sobre brasas encantadas.
A. L.
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