Nado en este mar que no conoce calma
con mis ojos cerrados
braceando contra la corriente de las cosas
que siempre
siempre me aleja de la orilla.
Ojos alucinantes
se asoman a esa orilla
línea frágil
temblorosa
línea de ojos que sólo están allí para mirarme.
Soy un cuerpo tiritando
agua en el agua
que no se deja domesticar
la vida se mueve y yo no me resisto
yo
calco sus movimientos como si mi voz
fuera ajena y enseguida
tuviera que devolverla
soy la piel arrugada de la vida que
se deja llevar
constelaciones
muertos
barcos hundidos
esa geografía me pertenece
y se arrastra a mi lado
en la desigualdad de las olas
de este mar
que se abre a otro mar
y a otro y otro
en lejanías sin límites,
ese sitio en que las palabras germinan como porotos
mientras mi cuerpo cruje
mientras yo balbuceo
mientras hago nacer palabras
brotan palabras de los ojos que me miran
desde esa orilla
trémula orilla
hecha de azúcar disuelta
donde las grandes olas que me empujan se convierten en nada.