Volverá el otoño
como un ángel
de paz
a guardar sus auroras
en mi alma,
y me besará las manos.
Volverá como un hijo
a nacerme de nuevo,
y el verano
será siempre
dulce oración de otros labios.
Beberé en su fuente
sus atardeceres encumbrados,
y arrojaré de mi ser
todos los soles,
todos los relojes tiranos.
Ingrid Zetterberg
De mi poemario:
\"Los girasoles eternos\"
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