Con el dulce sonar de tu crac-crac,
mi corazón se llena de alegría,
ya que estás tú llena de poesía
tan solo porque haces crac-crac, tic-tac.
Al levantarte escucho tu crac crac,
cuando el glorioso resplandor del día
anuncia tus sonidos y valía
con el solo crac-crac, tic-tac, crac-crac.
Tu risa angelical, crac-crac, me llena.
Hoy eres el ángel que me acompaña
quien me conduce, y alivia mi pena.
A lo lejos el crac-crac sólo escucho.
Y el tic-tac del corazón va a la escena,
a verte, a ver, ¡sólo a mirarte mucho!