Más allá de las ideas teológicas,
más allá de las creencias generales,
más allá de mi ateísmo inveterado
está Bach con su música sagrada.
En un cosmos de notas majestuosas,
como un coro de ángeles cantores,
en fuga y contrapunto me transporta
hasta el trono de un Dios que nunca veo.
Desde el barco sin rumbo de mi vida
miro la costa donde Bach reposa
con su voz salvadora que promete
cómo escapar del caos y la nada.
Rindo tributo a su talento inmenso
no a una sola expresión de su epopeya,
que no puede encerrarse en un modelo
ignorando que Bach no tiene límite
en su inefable universo del espíritu.