Desbordados están mis días, plagados por tu gracia
alumbrados están no por uno, sino por dos soles.
De todos los paisajes nunca he visto cosa parecida
lagos de perlas, montes de hierro, llanuras verdes
y la magnitud de un gran volcán.
Vaya a donde vaya, voy seguro, sea el tiempo
y la distancia, encontraré el camino de vuelta
a este lugar donde mi pecho respira hondo
a este paraje donde el alma se incrementa.
Su entorno me insufla vida, pues vine forajido
y en sus tiernas costumbres me vi acogido.
La tierra del neo-mundo, la tierra del olvido
caí en el encanto de un sueño enrarecido.
Ahora no existe otra realidad para mí,
mi historia de surrealismo aquirió,
los cimientos del comienzo, del fin
al hogar donde escogí vivir.
Pero puja corpuscular la luz, encajándose en mis ojos
de aquel sol que sin una pizca de tu gracia revive
la poesía del arca-mundo; días en órdago celeste
y noches sin esperanzas, sin lunas, sin sueños.
¿Qué aguarda el tiempo para un ser sin su luz?
y al mirarme al espejo puedo contar todos mis huesos
y mis ojos “enamorados” en la infinitud de los tuyos
y al desfallecer, entonces tal vez, podría volver.
Hasta el día sin retorno, no desistirá mi poesía
soy verso vivo en líneas sin sorpresas ni guías.
Semejante porvenir me depara, sí, cuan lejos
como la doncella del cuento, yo y mis dedos.