Ella no es una mujer de carne y hueso,
no tienes que encender la luz para mirarla
y saber que está ahí,
ahí donde duele
donde la serenidad rompe en llanto
y muerde con las uñas
el dolor que le atraviesa.
Ahí
donde la palabra salta de tu pecho al vacío
para encontrarse con ella.
Ella está ahí como un grito
la primer señal de auxilio,
como la muerte conquistando la vida
la rebeldía
el miedo y el desorden,
en el existir de cada letra
en la rasgadura de la almohada
como el goteo
que fuga el sueño de un alma abierta.
Ella es el humo, la ceniza
el fuego que percibe tu mirada
que consume el existir de los vivos
en la memoria de los muertos,
como una luna que desespera
y apunta al sol y lo apaga todo.
Ella es el horizonte
el pensamiento más violento
la búsqueda de paz
la culpa imperdonable
el espinazo de la guerra
la espada
el escudo.
Ella está ahí
donde el infinito escapa
de la violencia de lo eterno.
Ella te consume
y de nada sirven las plegarias,
ella duele
duele
como el espacio oculto
donde llora un niño
que comienza
a conocer el mundo,
pintando las paredes interiores
de su armario.
Ahí
donde no puede gritar
y comienza a escribir su miedo
dejando nacer al monstruo
que habrá de consumirlo,
no sin antes luchar contra el abuso
de pisar la zurda con la diestra
y la flor que grita al verlo todo
morirá seca en el invierno.
Ella está ahí
sentada a orillas de la fuente
respirando
persistiendo a la ceguera
de quien no la conoce,
y se cubre con el velo de una anciana
sonriendo como una niña
mientras mira avanzar a una tortuga.
No puedes evitarla
ella es la sombra que te ha escogido como presa,
la hormiga que grita ¡muerte!
la primer línea de tu nombre,
y el mundo te consume
al primer parpadeo,
y se firma el pacto
y comienza tu condena.
Ella está ahí
en el curso de tu mano
conjurando tus recuerdos
ásperos
opacos
en la mente adolorida
de no saber cómo llamarla,
y la buscas letra a letra
hasta encontrarla dormida
en el punto final de un poema,
pero no te basta
y la despiertas otra vez
y otra vez
y otra vez
hasta perderla nuevamente
pero ella no se esconde
tú te has perdido
y ella está bailando desnuda
en una palabra y en otra
y va saltando las líneas
y no la miras
pero sabes que está ahí
y vuelves a empezarlo todo.
Sabes que es ella
una mujer de guerra y verso
pero eso tú
poeta
ya deberías de saberlo.