Angélica Contreras

Eres eso, la naturaleza.

Tu nombre es una aurora boreal que va más allá de mis tímpanos,

Tu silueta es un astro que traza su órbita en torno a mis retinas,
Tu piel impregna mi tacto, mis dedos, mis huellas,
Tu aroma inunda mis arterias y mis venas...


Ahí empieza el mundo y la naturaleza,

En ese lugar habitado por montañas, aguas y manantiales.
Y luego, apareces. En los confines de mis pensamientos,
En los bordes de un paraíso que imagino antes de expirar,
En el filo de un horizonte que no conoce el mar.


Llegas, destino a puerto de origen,
Como un camino sin vueltas ni recodos,
Y miro hacia atrás, sólo para confirmar,
Que naces de la magia que me da la naturaleza, convertida en realidad.


Y soy el eco de los grillos que te nombran,
El borde de un cuerpo que se derrama en otro cuerpo.
La muerte que sin ti seguro me esperaría en un sueño,
La visión de lo que no existe,
Un alma que no tiene acomodo, aire libre.


Eso mismo, el enunciado que repite que ya no sabe de lo que habla,
Que estoy diciendo nada, siendo nada,
Una palabra que podria esparcirse en tu ausencia.


Y eso eres, la naturaleza.


Tus ojos son del color del amor que esta en el cielo,
Tus labios tienen el sabor de los celos que naufragan en un beso.
Al otro lado del espejo.


Entonces apareces, en la orilla del viento.
Y digo amor, y somos nosotros, y eres sueño.
Por un instante, me habita un presagio melancólico,
Y me convierto en un cartero extraviado que toca a la puerta,
Una torre que se oculta entre los árboles,
Un navío sin puerto, un tren que viaja con retraso,
Un viajero varado que busca llegar al norte.


Y eso eres,


A cualquier hora, con la memoria vaciada en una taza de café.
Tus ojos son un paraíso amoroso en pleno invierno,
Una travesía cubierta por la nieve.


Y amanecí contigo, de tanto pensar en ti.
Fuiste una mirada al mar, un indicio, un cielo, una montaña, el horizonte.
Te amo, flotando, nadando, entre planetas, globos, océanos, cielos y serpentinas.
Somos desde hoy y para siempre nuestra primera vez.
Porque no hay frío que hiele esta querencia,
Ni distancia que ahuyente esta quimera.


La luna tiene cosas que contarnos.
Dice, que no se nos olvide que después de cada noche, llega un día distinto.
Y mira, es la fotografía de nuestro destino.


Y el sol tiene algo que contarme,
Y eso eres, la naturaleza
Que llegó para abrazarme...