No hay nada de especial,
el televisor de antaño pronunciando el sonido de siempre,
los autos como demonios enfurecidos
el olor a desesperación emitido en las calles
el ruido incesante de las palabras sin sentido.
La casa abandonada de la esquina,
el polvo que sostienen los recuerdos
las mismas canciones sonando en la radio,
el sol atravesando las grietas de la ventana
aquella que deja entrar la calidez que ofrece el día.
La tranquilidad percibida en los árboles,
la soledad empeñada en ser mi amiga,
el tiempo con ansias de recobrar su vida
las ganas extintas, las manos afligidas por el dolor de la perdida
perdida de un amor que nunca tuvo alas para avanzar.
Hojas de otoño caen sin cesar,
aventuras inconclusas retumbando en la cabeza,
recuerdos de un ayer perturbando el hoy
ruidos que forman el mañana,
voces voraces de verdades
sueños interminables.
Pienso en la vida como una huida de sí misma
que tan solo con cuatro letras
te perforan la existencia con misterios, con historias ausentes de sí.
No sé a dónde voy, ni se por cual camino empezar
no sé qué voy hacer con estos años de soledad.