Él la creía débil,
veía sus manos finas,
sus piernas poco firmes,
sus uñas mordidas.
No sabía cuanto coraje tenía en su interior,
sí, se lo demostró a paso firme.
Lo dejó.
Debiste ver como azotó la puerta cuando lo dejó,
rompió un cristal,
rompió mi corazón,
le dijo adiós y su voz no tembló ni un poco.
Y yo creyéndola débil...